lunes, 5 de noviembre de 2007

Modulo 1º.


El tiempo.

El tiempo suele definirse entre otros aspectos, como un periodo durante el que tiene lugar una acción o acontecimiento, o dimensión que representa una sucesión de dichas acciones o acontecimientos.
Puesto que esta asignatura se titula, organización y gestión de centros educativos, he decidido buscar información sobre el tiempo que tenga que ver con el ámbito educativo y que mejor que hablar del tiempo en la jornada escolar.

EL TIEMPO EN LA ESCUELA

El tiempo educativo es un amplio concepto que no se reduce a la cuestión de una jornada escolar. Existen otros tiempos:
- El tiempo de la duración de las diferentes etapas en una estructura graduada de la enseñanza: tiempo escolar obligatorio/no obligatorio; duración de cada etapa, ciclo,...
- Tiempo en relación al calendario y horario escolar en el que existen otras unidades cronológicas con una importante incidencia y que generalmente no se cuestionan:
- duración del curso escolar
- división en trimestres, bimestres, semestres
- distribución anual de los tiempos de vacaciones
- tiempos de recreo
El importante tiempo complementario al de asistencia obligada a la escuela, cada vez de mayor relevancia educativa:
- tiempo libre
- tiempo de actividades extraescolares
- tiempo de transporte

Y todos estos tiempos se encuentran comprendidos dentro de los márgenes del tiempo social: horarios y calendarios laborales, ritmos sociales, ciclos estacionales...
Es indiscutible que el tiempo escolar no se agota en la modalidad de jornada. La jornada escolar es una unidad cronológica que sirve de enlace entre el calendario escolar y la sesión de clase, y que debe organizarse teniendo en cuenta todos los tiempos educativos.

La secuencialización de los tiempos educativos en distintas unidades (cursos, trimestres, semanas, jornadas...) atribuye a cada una de ellas, un significado operativo dentro de la organización escolar. Pero los tiempos educativos son tiempos sociales, por lo que su significado se proyecta en la sociedad implicando directamente a quien lo vivencia (profesores, alumnos, padres) e indirectamente a todas las instancias que forman parte de su entorno (Administraciones Públicas, instituciones sociales, colectivos ciudadanos...). Consecuentemente no parece defendible entender que los tiempos educativos sean independientes de los demás tiempos sociales (laborales, recreativos, personales...), sino más bien un ámbito específico de estos últimos.
En su delimitación convergen, por otra parte, distintas perspectivas y dimensiones entre las que se pueden señalar aspectos históricos, comparados, sociológicos, psicopedagógicos, médico-sanitarios y organizativo escolares.


PERSPECTIVA PSICOPEDAGÓGICA

La jornada escolar es una unidad temporal particularmente relevante debido a la asociación que guarda con los denominados ritmos circadianos (vigilia-sueño, actividad-descanso).La importancia de los ritmos naturales es sobradamente conocida, subrayándose muy frecuentemente el peligro que se corre al perturbarlos sistemáticamente. Los alumnos y alumnas exigen períodos de trabajo y descanso que se van a ver influidos tanto por sus características fisiológicas como psicológicas.
Entre los discursos habituales sobre la idoneidad de unas u otras jornadas escolares, se han asociado a éstas mejoras o ganancias vinculadas al punto de análisis ahora propuesto, concretado en la posibilidad de incrementar logros en el rendimiento tanto atencional como académico.

Aludir a fracaso o éxito escolar en dependencia del tipo de jornada que la escuela mantenga, supone desconocer que este (éxito o este fracaso) vienen fundamentalmente determinados por la cantidad de tiempo total dedicado activamente a las tareas de enseñanza-aprendizaje, ya sea en la escuela o fuera de ella.
Un mismo tipo de jornada escolar permite la existencia de comportamientos escolares muy diversos, en los que influyen factores tales como: pausas previstas (recreos, descansos), tiempo adjudicada a cada tarea, las edades escolares y sus ritmos de actividad, la evolución de la curva de fatiga, el clima de la clase, etc... Por lo tanto, habrá que proceder con suma cautela a la hora de hablar de diferencias en los comportamientos escolares asociadas a las distintas modalidades de jornada.
Por otra parte, apenas existen estudios que explícitamente traten la perspectiva psicológica en los cambios de tipo de jornada escolar, fundamentalmente porque el tipo de jornada no aparece en general como una variable manipulable, sino como algo constante, uniforme, dentro de un determinado marco socio-cultural. Uniformidad que incluso se mantiene entre las diferentes edades de los alumnos de la escuela: no parece lógico establecer un mismo número de horas e incluso de días lectivos para todos los alumnos escolarizados, y sin embargo se hace.

Atención y fatiga
Con frecuencia se asocia directamente el tipo de jornada escolar con variables tales como fatiga, cansancio, estrés y atención, todas ellas muy relacionadas. La atención es, sin lugar a dudas, un requisito básico para la correcta actividad de las funciones cognitivas superiores.
La capacidad de concentración de un alumno puede resultar afectada por un gran número de circunstancias entre las que se pueden señalar la atmósfera de tranquilidad/intranquilidad reinante, el interés en la tarea, el tono emocional del grupo, las condiciones materiales, el cansancio, los métodos de enseñanza utilizados...
Los resultados derivados de la aplicación de diferentes pruebas de rendimiento atencional permiten constatar que con el desarrollo de la actividad lectiva se producen ganancias en esta variable tanto en alumnos con jornada partida como con jornada única. En ambas modalidades horarias se va produciendo una mejora de la atención; cuando comparamos las dos situaciones, las diferencias favorecen a la jornada partida, si bien en términos que no son estadísticamente significativos. (Los alumnos de sesión partida muestran valores de 0.47 al inicio de jornada y 0.79 al final por encima de los de de sesión única).
Estos resultados son concordantes con la autopercepción de fatiga manifestada por los propios escolares. Ya manifestamos anteriormente que el cansancio influye negativamente en la atención. De los alumnos y alumnas que formaron parte de la muestra de la investigación reseñada, el 19% de los de sesión partida manifestaban “estar cansados” al final de su jornada escolar, en tanto que esta afirmación fue corroborada por un 47% de los de única.

Rendimiento académico
La implicación psicopedagógica más utilizada en conexión con el tipo de jornada escolar es, sin lugar a dudas, la de la cantidad de aprendizaje; es decir el cuestionamiento sobre lo que "aprenden" los escolares en función del tipo de jornada.
El rendimiento escolar viene determinado por la conjunción de una serie de factores íntimamente relacionados, entre los que resulta muy difícil hacer una delimitación clara. Estos se agrupan en dos grandes categorías: las variables contextuales (sociofamiliares y escolares) y variables personales.
Factores sociofamiliares, que ponen de manifiesto la importancia del medio familiar en el desarrollo personal y social de las personas: clima educativo familiar, origen social, nivel socio-cultural, etc...
Factores escolares que en los que se remarca el influjo de la institución escolar, las características del profesorado y la historia académica del alumnado en los resultados académicos del mismo.
Factores personales que responden a características internas y que serán moduladas por los dos grupos anteriormente señalados: inteligencia y aptitudes intelectuales, estilos cognitivos, personalidad, etc...

La jornada escolar se sitúa en el marco de las variables escolares; concretamente en el ámbito de la institución escolar y su organización.
Si bien no hay constancia científica hasta el momento de que la distribución del tiempo -concebida como distribución anual, trimestral, semanal o diaria- facilite o dificulte el rendimiento escolar, sí hay estudios que indican que dependiendo de la secuencialización de las distintas áreas (combinando las más y menos fuertes, así como actividades más y menos distendidas) se puede facilitar o no el aprendizaje.
No parece por lo tanto pertinente hablar de rendimiento y calidad asociándolo a un tipo u otro de jornada escolar. Vemos sin embargo, que lo que verdaderamente influye en estos aspectos, es todo lo que lleva asociado una determinada manera de estructurar, secuencializar y en definitiva organizar la escuela, los métodos de enseñanza empleados, las características del profesorado, etc...


EL TIEMPO OBJETIVO Y EL TIEMPO SUBJETIVO
El concepto de tiempo ha sido uno de los más debatidos en la historia. Por ello, aquí expongo las conclusiones de diversos autores sobre el tiempo, centrándome en dos de ellos, Aristóteles y kant.
Para Aristóteles, el tiempo es "el número del movimiento según el antes o después"
Fue Aristóteles mismo quien introdujo en su época la discusión acerca del dilema de la objetividad y subjetividad del tiempo, llegando a concluir que "si por un lado el tiempo como medida no puede existir sin el alma porque sólo el alma puede medir, por otro lado, el movimiento al que se refiere la medida no depende del alma". Así, Aristóteles, abrió la posibilidad de un tratamiento relativista de las interpretaciones del tiempo.
Para Kant el tiempo "es objetivo y real con respecto a las cosas naturales, para las cuales el tiempo tiene 'realidad empírica' indudable... El objetivismo de la concepción kantiana es demostrado... por la reducción del tiempo al orden causal..."; pero, a la misma vez, por otra parte, existe en Kant una mirada "subjetivista" del tiempo en tanto lo considera, junto con el espacio, como uno de los principios necesarios y universales de "la intuición pura", dado por la sensibilidad, condición formal a priori de todos los fenómenos y, por tanto, de cualquier percepción sensible, es decir, "puede llamarse 'subjetivo' sólo con respecto a las cosas en sí que se encuentran más allá de la consideración del hombre". Dice el propio Kant en la Crítica de la Razón Pura que el tiempo; "es ley necesaria de nuestra sensibilidad y, por lo tanto, condición formal de todas las percepciones que el tiempo precedente determine por necesidad al siguiente."[1].

Estamos de acuerdo, pues, con la idea de que efectivamente el tiempo vive paradójicamente entre la objetividad y la subjetividad:

a) Su objetividad puede ser entendida como la sucesión de acontecimientos posibles de ser conocidos y mensurables, (como los ciclos que dan por resultado las estaciones, etc). Podría argumentarse que tales ciclos conocidos por el hombre, refieren e interpretan determinados rasgos del medio ambiente que se van presentando en la interacción del hombre con él, y que son, por consiguiente, construcciones sociales e históricas que indican una convención pactada, intersubjetiva. El tiempo es una construcción intersubjetiva, pero surge en una relación dialéctica con el medio natural y social en el que se desenvuelve. Además, es evidente que toda construcción intersubjetiva del tiempo, estructura el pensamiento y la acción de los hombres. La escuela actual es precisamente, desde esta dimensión, una agencia de imposición de la cultura de la sociedad, de tal forma que cuando el niño o el joven acceden a ella, existe ya un mundo simbólico previo que les permite orientarse y adaptarse a esa estructuración simbólica. Ese universo cultural con su carga de significados y lleno de encargos sociales para cumplir su misión, ha ido perfeccionado una distribución del tiempo como dispositivo de control, que somete a profesores, estudiantes y padres de familia a moverse con un cierto ritmo y a realizar la tarea que se le ha encomendado a cada uno con la calidad e intensidad programada.

b) Por otra parte y a la misma vez, podemos reconocer una dimensión subjetiva del tiempo, entendida como la vivencia propia de cada persona, la manera particular como procesa cada uno, en sí, las cosas del mundo, es decir, para esta dimensión "el tiempo es subjetivo, vivido, tiene una duración interna que varía de persona a persona.



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